Electroálvarez - Música para contestadores: Dice la contratapa del cuadernito del CD: Electroálvarez es el nombre con el que le está permitido a Sergio Álvarez el derecho a: no hacer comentarios inteligentes para impresionar a los demás, tomarse su tiempo, ser aburrido y no tener que bailar para ser considerado una persona feliz.
En compensación la audiencia tiene el derecho a reaccionar como mejor le parezca.

Bien, esta minúscula e insignificante partícula de la audiencia reaccionó positivamente. Quizás por el hecho de que Álvarez es el guitarrista de mi último enamoramiento musical (es decir, Panza), pero quizás también porque este es un disco muy interesante.
Se podría calificar la música de Electroálvarez como "ambient" pero no quedaría claro qué tipo de ambiente ambienta. Al escucharlo me imagino un laberinto sin entrada y sin salida, con pasillos a oscuras o en una crepuscular penumbra de invierno y con paredes que no respetan la ortogonalidad, de pisos desparejos o inundados por un líquido cálido y viscoso. Este laberinto está lleno de gente que, como uno, se mueve a la deriva, guiándose apenas por los eventuales relámpagos de luz violeta que se reflejan en las paredes.
O, para ser más objetivos y concretos, es un disco de guitarras que le debe mucho a Fripp y Belew, paisajes sonoros interrumpidos aquí y allá por voces de gente que reclama a Álvarez en el contestador automático (nunca sabremos si Sergio devolvió los mensajes o si simplemente los ignoró).
Los títulos de los cuarenta temas van desde la sobriedad absoluta ("Amanecer", "Reunión", "Gatos") al automatismo surrealista ("Pequeña orquesta china conquistando el mundo desde las alcantarillas", "Preludio al momento previo del arrancamiento de un pelo") y reflejan muy bien el bipolar espíritu de este disco: por momentos minimalista, por momentos absurdo.
Música para contestadores no es un disco para ambientar una reunión de amigos ni es la mejor elección para un día de lluvia o una depresión metafísica. Para el resto del tiempo, es un excelente masaje en los tímpanos y el seso.

Saurio